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Acre: Crónica Arquitectónica de una Ciudad Milenaria

Acre, conocida localmente como Akko, es una joya costera en el tapeiz de la historia arquitectónica y urbana de Israel. Situada estratégicamente a orillas del Mediterráneo, en la bahía de Haifa, su importancia trasciende su función como puerto: ha sido un nexo crucial en las rutas comerciales y caminos costeros, así como una ventana al valle de Jezreel.

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Orígenes y Fundación

La historia de Acre se remonta a la Edad del Bronce temprana, con los vestigios más antiguos descubiertos en Tel Akko, un montículo arqueológico al este de la ciudad contemporánea. A pesar de que este primer asentamiento tuvo una breve existencia, Acre resurgió en la Edad del Bronce Media y ha estado habitada desde entonces, convirtiéndola en uno de los asentamientos continuamente habitados más antiguos del mundo.

 Imagina las escenas vivas de la antigüedad cuando, después de la muerte de Alejandro, Ptolemais emerge como un testimonio de poder e influencia en la región. La ciudad, bautizada así por Ptolomeo II, es una cápsula del tiempo que encapsula la transición del dominio ptolemaico al seléucida. Esta ciudad, rebautizada en honor a Antíoco IV, se convirtió en un punto focal en las luchas de poder que definieron la era.

Al caminar por Acre, es fácil imaginarse la gloria del puerto en la era romana, siendo un símbolo de la grandeza de la Fenicia romana. La influencia de Augusto y el procónsul romano Quintilio Varo se siente en cada piedra y estructura. Es increíble pensar que esta ciudad, con su gimnasio romano y su puerto próspero, una vez fue un foco de romanización, un crisol donde los fenicios, judíos y romanos coexistieron y eventualmente se fusionaron.

Ptolomeo también tiene un lugar especial en la historia cristiana. Es conmovedor imaginar a Lucas el Evangelista y Pablo de Tarso compartiendo enseñanzas con los cristianos locales. Y no podemos olvidar la presencia constante de Acre en los anales de los concilios cristianos.

El cambio de mando al Imperio Bizantino marcó un cambio gradual en la fortuna de la ciudad, pero su esencia arquitectónica y cultural se mantuvo intacta.

Acre, una gema arquitectónica que despierta a la orilla del Mediterráneo, ha sido testigo de innumerables batallas y reinados. En 1104, tras un asedio de cuatro años, la ciudad se sometió a los Cruzados bajo el mando del rey Balduino I de Jerusalén. Renombrada como San Juan de Acre, se convirtió en la principal puerta marítima del Reino de Jerusalén. Con su puerto seguro y sus alrededores ricos, Acre se desarrolló rápidamente como un epicentro de comercio, atrayendo a una población que alcanzó los 25.000 habitantes en la década de 1130.

Sin embargo, la fortaleza cayó ante el sultán ayubí Saladino en 1187. Pero Acre, con su resistente espíritu, no permaneció sometida por mucho tiempo. En 1191, tras un asedio tenso, fue recapturada por las fuerzas de la Tercera Cruzada. Durante estos años, la ciudad se vio fortalecida con infraestructuras como el hospital de campo, que luego dio origen a la Orden Teutónica.

El sultán Jalil capturó Acre en 1291. Bajo el dominio mameluco, la ciudad sufrió destrucción, pero aún así, su espíritu no fue doblegado. Más tarde, en el período otomano, Acre recobró su antigua gloria. La reconstrucción de sus murallas y la mejora en la infraestructura, como el acueducto que llevaba agua a la ciudad, refleja la resiliencia y adaptabilidad de Acre a lo largo de las épocas.

Napoleón intentó, sin éxito, tomar la ciudad en 1799. Y a pesar de los bombardeos y asedios de los siglos XIX y XX, Acre continuó siendo un bastión de cultura y arquitectura.

Acre, sin embargo, no ha estado exenta de conflictos. Incidentes como el del Yom Kipur en 2008 y los disturbios de 2021 ponen de manifiesto las tensiones subyacentes. A pesar de esto, la ciudad ha perseverado. 

La demografía actual de Acre es un reflejo de su rica historia. Según las cifras de 2021, la ciudad cuenta con cerca de 50.000 habitantes, una mezcla de judíos, árabes-israelíes y otros grupos. Aunque su paisaje demográfico ha cambiado desde 1948, sigue siendo un crisol de culturas y religiones.

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Desde el Mandato Británico hasta la actualidad

Acre, una ciudad que ha visto cambiar su rostro a lo largo de los años, cuenta con una rica tradición y una historia que se extiende por siglos. La Primera Guerra Mundial dejó una marca indeleble en la región, transformándola en el Mandato británico de Palestina. En 1922, sus 6.420 habitantes se dividían entre musulmanes, cristianos, bahaíes, judíos y drusos. Sin embargo, décadas más tarde, en 1945, la población había aumentado a 12.360, aunque con una clara mayoría musulmana.

La fortaleza de Acre tiene historias de dolor y lucha. Durante el Mandato británico, se convirtió en una cárcel, donde se ahorcaron a tres prisioneros árabes tras los violentos pogromos en Hebrón y Safed. Estos eventos, inmortalizados en poesía y canción, se han integrado en la memoria colectiva palestina. Además, el recinto carcelario también retuvo a miembros de la comunidad judía opuestos al dominio británico.

La Guerra árabe-israelí de 1948 dejó heridas abiertas en Acre. La ciudad fue escenario de emboscadas, explosiones y conflictos entre milicianos y fuerzas locales. Esta época oscura culminó con el asedio y eventual conquista de la ciudad por parte de la Brigada Carmeli israelí en mayo de 1948. La población árabe sufrió numerosas, siendo muchos expulsados ​​o forzados a huir.

Con el paso de los años, Israel transformó Acre. Durante los años cincuenta, se convirtió en una «ciudad en desarrollo», dando la bienvenida a una ola de inmigrantes judíos. La antigua ciudad de Acre siguió siendo un núcleo musulmán, pero también se convirtió en un epicentro para los baháíes, siendo la ciudad más sagrada de su fe.

Acre, sin embargo, no ha estado exenta de conflictos. Incidentes como el del Yom Kipur en 2008 y los disturbios de 2021 ponen de manifiesto las tensiones subyacentes. A pesar de esto, la ciudad ha perseverado. 

La demografía actual de Acre es un reflejo de su rica historia. Según las cifras de 2021, la ciudad cuenta con cerca de 50.000 habitantes, una mezcla de judíos, árabes-israelíes y otros grupos. Aunque su paisaje demográfico ha cambiado desde 1948, sigue siendo un crisol de culturas y religiones.

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Ciudad Vieja

En sus calles, se pueden oír las voces de vendedores ambulantes ofreciendo especias, textiles y artesanías locales. En cada esquina, los aromas de la cocina tradicional inundan el aire, invitándote a degustar delicias que han sido parte de la cultura local por generaciones.

Entre los numerosos edificios históricos, la ciudad vieja de Acre alberga una gran cantidad de iglesias y mezquitas, evidenciando la convivencia de diferentes religiones y culturas a lo largo de los siglos. Estas estructuras, algunas de las cuales datan de la época de las Cruzadas, no solo son ejemplos magníficos de arquitectura religiosa, sino también testimonios vivos de la rica mezcla de creencias que han convivido en este rincón del mundo.

La Ciudad Vieja de Acre es uno de los puertos más antiguos en existencia continua, con registros que datan de la época del faraón Tutmosis III en 1504-1450 aC. La mayoría de monumentos históricos mas relevantes que os pondré a continuación los podréis encontrar en esta zona. 

 

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Túnel de los Templarios

Acre y su legado subterráneo: Un paseo por los Túneles Templarios

Esta edificación del siglo XII no solo impresiona por su robustez y arquitectura imponente, sino también por las inigualables vistas panorámicas del puerto y de la ciudad que ofrece desde sus almenas. Cada piedra y torreón de esta fortaleza nos habla de una época en la que caballeros y estrategias militares eran el pan de cada día.

Los Caballeros Templarios, con su emblemática cruz roja, marcaron un capítulo crucial en la historia de las Cruzadas. Fundada en el siglo XII, esta orden militar tenía como misión principal resguardar a los peregrinos que viajaban hacia la Tierra Santa. Durante el siglo XIII, antes de que Acre cayera en manos de las fuerzas musulmanas, esta ciudad fue el epicentro de sus operaciones.

Los Túneles Templarios son, sin lugar a dudas, una muestra de la grandiosidad arquitectónica de la época. Extendidos por 350 metros y ubicados entre 5 a 7 metros de profundidad, estos túneles no solo eran pasadizos: eran verdaderas arterias estratégicas que conectaban la fortaleza con el puerto.

El interior de estos túneles, diseñado con una asombrosa precisión para permitir el paso de caballeros en armadura, es una obra maestra de la ingeniería medieval. 

Después de siglos escondidos, el destino quiso que los túneles emergieran nuevamente en la década de 1990. Tras su descubrimiento durante trabajos de alcantarillado, se inició un meticuloso proceso de restauración. Desde 1999, iluminados y acondicionados, esperan a visitantes ansiosos de revivir la época dorada de los templarios.

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Mezquita Al-Jazzar

Acre, una ciudad cuyo legado histórico resplandece en cada esquina, alberga entre sus tesoros la Mezquita Jezzar Pasha. Esta estructura del siglo XVIII no solo representa la fe y devoción islámicas, sino que es también una cápsula del tiempo que nos lleva al apogeo del Imperio Otomano.

La historia nos cuenta que Ahmed Jezzar Pasha, un gobernador otomano de ascendencia bosnia, tuvo la visión de erigir una mezquita que se convertía en un faro espiritual y arquitectónico en Acre. Bajo su liderazgo, entre 1775 y 1804, surgió esta obra maestra que ha resistido las inclemencias del tiempo y los cambios geopolíticos.

La Mezquita Jezzar Pasha, con su robusta construcción de piedra caliza local, nos recibe con una imponente fachada que da paso a un patio central, flanqueado por galerías en tres de sus lados. Un detalle a destacar es su minarete, esa torre esbelta y característica, desde donde se invita a los fieles a conectarse con lo divino. Su ornamentación en relieve y la simetría de sus patrones geométricos nos hablan del refinamiento estético otomano.

El interior de la mezquita es un deleite visual. El mihrab, con su exquisito tallado y azulejos coloridos, nos señala la dirección hacia la Meca. Mientras, el techo, sustentado por robustas columnas de mármol y granito, crea un espacio de reconocimiento que se realza con el brillo tenue de lámparas de araña suspendidas.

Más allá de la estructura principal, la mezquita nos invita a explorar sus jardines, un oasis de calma en medio de la ciudad. Aquí, los visitantes pueden reflexionar y conectarse con la naturaleza. Además, para los amantes del saber, la biblioteca del recinto es un lugar de inestimable valor, custodiando manuscritos y textos islámicos que son testigos de siglos de conocimiento.

 Como broche de oro, la Mezquita Jezzar Pasha también nos brinda la oportunidad de visitar el mausoleo donde descansan Jezzar Pasha y su sucesor, Sulayman Pasha. Sus tumbas de mármol, ubicadas con reverencia, son un recordatorio de los visionarios detrás de esta maravilla arquitectónica.

*Solo es accesible para musulmanes. 

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Hamam Al-Basha

Aquellos que valoramos la historia sabemos que no hay nada como caminar por estructuras del siglo XVIII, y este baño turco otomano restaurado es un claro ejemplo. Más que piedras y mosaicos, es un viaje a una época donde la funcionalidad y la estética caminaban de la mano.

Lo que me fascina de Hamam Al-Basha es su diseño. Desde sus techos sobredados hasta sus puertas arqueadas, todo en este lugar grita tradición y genio arquitectónico. Y, al ser un amante de los detalles, no puedo pasar por alto los estucos intrincados, mosaicos de azulejos y, por supuesto, sus cúpulas frescas.

Al analizar la edificación, no puedo evitar admirar la elección de la piedra caliza local.  Esta piedra le da a la estructura una conexión orgánica con su entorno, a la vez que le añade una calidez terrosa única.

La ruta de un baño turco tradicional lleva al visitante desde el ‘Camekan’ hasta el ‘Sogukluk’ y finalmente al ‘Hararet’. Cada sección, con su arquitectura y diseño distintivos, refleja la sabiduría y sofisticación de la era otomana.

El Hamam Al-Basha ha evolucionado. Ahora, como museo, no solo te permite apreciar la belleza de su construcción, sino sumergirte en el mundo otomano. Con presentaciones en 3D, espectáculos de luz y sonido y artefactos conservados, este lugar nos recuerda la magia de una era pasada. 

Ciudadela de Accre

Su posición estratégica, entre oriente y occidente, la ha situado en el epicentro de las principales corrientes culturales y militares que han influenciado el Levante Mediterráneo.

La historia de la Ciudadela de Acre está intrínsecamente ligada a la de la ciudad misma. Acre ha sido una ciudad portuaria de vital importancia desde tiempos fenicios, pasando por romanos, bizantinos, cruzados, mamelucos y otomanos. La Ciudadela, en su configuración actual, es en gran parte producto de la época otomana, pero sus cimientos y algunas estructuras subterráneas datan de la época de los cruzados.

La Ciudadela se destaca por su imponente muralla defensiva y sus torreones.  Es un complejo con jardines y distintas edificaciones que forman un conjunto único. La construcción predominantemente de piedra caliza local, junto con otras técnicas constructivas tradicionales, ha permitido que la estructura resista el paso del tiempo y las adversidades climáticas. 

Más allá de sus imponentes murallas, es el intrincado laberinto de pasadizos, salas y elementos arquitectónicos lo que realmente cautiva a los visitantes y ofrece un vistazo al pasado multifacético de la región.

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Pasadizos Subterráneos

El subsuelo de la Ciudadela alberga un complejo sistema de pasadizos. Estos corredores, excavados en la piedra caliza, sirvieron como rutas de escape y vías de suministro durante los asedios. Sus paredes, gruesas y frescas, atestiguan el paso del tiempo y las Múltiples civilizaciones que los usaron, desde los cruzados hasta los otomanos. Caminar por ellos es como sumergirse en el corazón de la historia de Acre.

Hay dos tipos de pasadizos subterráneos, pues gran parte del complejo está enterrado bajo el nivel actual de la calle; por un lado tenemos los pasillos normales de recorrido por el museo y luego están los pasadizos subterráneos que ya lo eran hace siglos. En el recorrido se va observando la evolución de los diferentes espacios; pasillos que hoy en día están enterrados bajo el nivel exterior y forman parte del recorrido del museo, eran hace siglos calles de la ciudad.  Por otro lado encontramos un tramo del recorrido que son los pasadizos subterráneos, que son túneles no aptos para claustrofóbicos. Estos pasadizos son muy estrechos, y conforme avanza el recorrido se van empequeñeciendo mas. En la mejor parte del recorrido tienen una altura de unos 2 m, pero al avanzar se reduce hasta 1.70 m, cosa que implica tener que hacer el recorrido agachado. Además el ancho no es mucho mejor, al principio esta por 1.5m pero luego se va reduciendo. Además este pasadizo no tiene ningún tipo de iluminación y las paredes son de roca tal cual, sin ningún tipo de protección, cosa que no ayuda a los que somos claustrofóbicos. 

 

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Salas Principales

Dentro de la Ciudadela, diversas salas resaltan debido a su importancia histórica o arquitectónica:

  1. Sala de Armas: Durante el dominio otomano, esta sala albergaba un arsenal significativo. Su robusta construcción tenía como objetivo proteger las valiosas armas y municiones de posibles ataques.

  2. Sala del Consejo: Usada como cámara de reuniones, este espacio refleja la importancia administrativa de la Ciudadela. Sus altos techos y detalles ornamentales indican la relevancia de las decisiones tomadas aquí.

  3. Celdas de la Prisión: Bajo el Mandato Británico, varias secciones de la Ciudadela se transformaron en celdas. Estas áreas, que una vez resguardaron a prisioneros políticos, son un recordatorio sombrío de la lucha por la independencia en la región.

  4. Patio Central: Un amplio espacio abierto rodeado de arcadas, el patio servía tanto para funciones administrativas como para ceremonias. Su diseño permitía la circulación del aire, ofreciendo un respiro del clima mediterráneo.

Elementos Arquitectónicos Notables

  • Murallas Defensivas: La fortaleza está circundada por gruesas murallas que han resistido innumerables asedios. Las almenas y torreones, típicos de la arquitectura militar medieval, están presentes en gran parte de su perímetro.

  • Arcos: Los arcos son una constante en la Ciudadela. Ya sean de medio punto o apuntados, estos elementos no sólo tienen una función estructural, sino que también añaden una estética característica al conjunto arquitectónico.

  • Cúpulas: Algunas salas y pasadizos están coronados por pequeñas cúpulas, que proporcionan iluminación y ventilación.

 

Actualmente, parte de la Ciudadela alberga el Museo de los Prisioneros de la Resistencia. Este museo se centra en el período en que la fortaleza fue utilizada como prisión durante el Mandato Británico. Tanto judíos como árabes estuvieron encarcelados aquí para resistirse al dominio británico. La ofrece exhibición una mirada detallada a la vida de los prisioneros, sus historias personales y el contexto político de la época. La entrada al museo, sirve para ver todo este complejo, pero además sirve para entrar a otras edificaciones anexas al conjunto, como el túnel de los templarios o la sinagoga de Ramhal.

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Sinagoga de Ramhal

Fundada en honor a Rabino Moshe Jaim Luzzatto, conocido como Ramhal, esta sinagoga es un tributo a sus contribuciones al pensamiento judío.

Rabino Moshe Jaim Luzzatto, conocido como Ramhal:

Mientras es ampliamente reconocido por su contribución a la literatura y filosofía judías, es interesante explorar su perspectiva sobre la mujer y su relación con su propia esposa.

Nacido en 1707 en Padua, Italia, Ramhal fue un erudito prodigioso desde temprana edad, dedicándose al estudio talmúdico. Sin embargo, además de sus vastos conocimientos en áreas tradicionales del estudio judío, también tenía opiniones sobre temas sociales, incluido el papel y la naturaleza de la mujer.

A diferencia de muchos eruditos judíos de su tiempo, Ramhal enfatizó la importancia de tratar a las mujeres con dignidad y respeto. Reconocía la esencialidad de la mujer en el hogar y la comunidad, y la veía como una compañera esencial en la vida judía. Por estos y otros pensamientos científicos, fue muy criticado entre la comunidad judía de entonces e incluso en la actualidad. 

 

La entrada a la Sinagoga Ramhal se distingue por su sencillez y autenticidad. Enmarcada por piedra antigua, la puerta de madera da la bienvenida a los visitantes y fieles, preservando la sensación de humildad y devoción.

El corazón de la sinagoga es, sin duda, su sala de oración. Las paredes, revestidas de estantes con textos sagrados, crean un ambiente de introspección y estudio. Los bancos de madera, alineados frente al Arca Santa (Aron Hakodesh), dirigen la mirada y la concentración hacia este espacio sagrado que alberga los rollos de la Torá.

En una puerta lateral se encuentra un pequeño museo dedicado a Ramhal. El museo se ubica en una excavación en la piedra, dejando al descubierto una parte de la ciudad original, hoy oculta bajo la ciudad actual.  Entre los restos arqueológicos podréis disfrutar de una pequeña exposición y una gran explicación histórica a manos de una mujer increíble que os contará con todo lujo de detalles lo  que para mí fue la mejor mini visita guiada que tuve. 

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Galería

 

Ubicación

ACRE

Para desplazarte por Israel es muy cómodo usar la red de transportes que tienen. Todo el país está muy bien conectado con trenes y autobuses. Pero deberás tener en cuenta que dentro de los autobuses no se puede pagar el billete al conductor. Todos utilizan las tarjetas digitales Rav-Kav. Este sistema es como el de muchas otras ciudades, donde te compras una tarjeta física de plástico o bien puedes recargar tus billetes desde el móvil. Para los turistas solo se puede desde la tarjeta física, que podéis comprar en estaciones de tren o el mismo aeropuerto. Con esa tarjeta física, podéis recargar y validar vuestros billetes desde el móvil, sin necesidad de ir a la maquina. El pago de los billetes funciona de la siguiente manera: 

  1. Recargas tu cuenta en la app del móvil con dinero desde tu tarjeta, applepay o el pay de google
  2. Eliges el destino al que quieres ir, o en su defecto vas a la ventanilla de atención al cliente y le dices a que lugar vas a ir.  Se paga por destino, no va por zonas ni tiempo. El billete normal de autobús dentro de la misma ciudad te permite usarlo 90 minutos sin tener que volver a pagar. Pero cuando vas a otra ciudad o es un recorrido en bus mas largo se paga según al destino que vayas. 
  3. Cuando llegas a tu destino, tienes que pasar otra vez la tarjeta por las barreras para poder salir. No te cueles ni hagas trampas porque luego no vas a poder salir en la estación de destino si no has pagado por ella.